En Occidente, donde la elección es sinónimo de liberalismo y progreso, la idea de que alguien nos diga lo que tenemos que vestir, lo que tenemos que comer y lo que tenemos que hacer para vivir es impensable. La prerrogativa de elegir es esencial para vivir una buena vida: sin ella no tendríamos nuestra propia identidad ni los derechos humanos básicos, pero ¿existe el exceso?
El psicólogo Brian Schwartz, autor de La paradoja de la elección, diría que sí. El crecimiento exponencial de la capacidad de elección gracias a la tecnología y el capitalismo global nos ha dado una carga equivalente de poder de decisión. Para Schwartz, aferrarse a "todas las opciones disponibles contribuye a tomar malas decisiones, a la ansiedad, el estrés y la insatisfacción, e incluso a la depresión clínica".
Hace medio siglo, si querías ver la televisión podías elegir entre dos o tres canales, cada uno de los cuales proyectaba a horas fijas. Hoy en día, miles de películas y series de televisión están al alcance de la mano, listas para ser reproducidas o pausadas a voluntad. Si quieres "un café", puedes entrar en Starbucks y que te ofrezcan más de 80.000 combinaciones de bebidas. Schwartz habla de su intento de renovar su par favorito de Levis y de su estupefacción ante una plétora de cortes, lavados y colores.
Expectativas, perfección y decepción
En el abanico de temperaturas, granos de café, leches, densidad, fuerza, sabor se encuentra su café ideal. Si buscaras en todo Prime, Netflix, iPlayer, all 4, Sky, seguramente encontrarías el box set exacto para tu estado de ánimo. Y si te pasaras un día rebuscando entre montones de pantalones vaqueros, quizá llegarías a casa con el par perfecto.
En un nivel básico, la elección puede ser una pérdida de tiempo. Si alguna vez has abierto un servicio de proyecciones con amigos, con la intención de elegir una película, probablemente habrás experimentado el trolling a través de trailers, descripciones, críticas y el corte y cambio cuando la selección no era del todo correcta.
Las mayores opciones conllevan mayores expectativas. Si estas expectativas no se cumplen, la culpa no es del propietario, sino del cliente que ha hecho la selección. En cierto nivel, encontramos nuestra identidad en las cosas que hacemos y en los artículos que poseemos. Si nos decepciona nuestra selección, sobre la que teníamos un control total, esa compra puede llevarnos a la "autoculpabilización".
Schwartz también identifica el aumento de la envidia en nuestra cultura cargada de opciones, y escribía antes de que las redes sociales se pusieran en marcha. Somos más propensos a compararnos con los demás, quizá envidiando su gusto y sus posesiones.
En última instancia, las investigaciones demuestran que nos sentimos más satisfechos cuando se nos presentan menos opciones que cuando se nos presentan más, a pesar de que la lógica sugiere que una mayor variedad agradaría a un mayor número de personas.
El café y los percances del cine son frívolos, pero no son las únicas industrias que han explotado por elección. El malestar de los millennials, evidenciado por un fuerte aumento de los diagnósticos de salud mental, también se cree que es producto de un exceso de elección, en términos de estilo de vida y opciones profesionales.
Bloombox Club y la elección
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