El voluntariado, el altruismo y los actos de bondad son una parte importante de la sociedad, que nos permite ayudar a los más vulnerables y aportar un cambio positivo a nuestras comunidades. Aunque pensamos que estos actos son desinteresados, estas buenas acciones van acompañadas de una reacción fisiológica que ayuda a mejorar el estado de ánimo, el autoestima y los niveles de compasión.
Durante la pandemia de coronavirus, hemos visto actos extraordinarios de altruismo, sobre todo por parte de aquellos que se limitan a cumplir las normas de aislamiento para mantener la seguridad de sus comunidades.
El impulso de ayudar a los demás se ha vuelto más urgente, ya que hemos tenido más tiempo para reflexionar sobre nuestras propias circunstancias y las de los demás. Hacer compras para los ancianos o los que están aislados, donar paquetes de comida a los refugios para indigentes o a los comedores comunitarios, y donar a la beneficencia el dinero que hemos ahorrado durante el encierro, son algunas de las formas en que la gente se apoya mutuamente.
Pero dedicar tiempo y energía a las necesidades de los demás es enriquecedor en todas las etapas de la vida. Para los niños, aprender a ser desinteresados es una parte importante de su desarrollo y les ayuda a prepararse para la escuela, el trabajo y la sociedad en general. Mantener esta actitud a lo largo de las décadas proporciona beneficios a largo plazo para la mente y el cuerpo humano, aumentando nuestro sentido de autoestima y proporcionando muchas recompensas físicas.
"Psychology and Aging" llevó a cabo un estudio en el que se descubrió que los mayores de 50 años que ofrecían su tiempo o sus recursos con regularidad eran menos propensos a sufrir hipertensión arterial y enfermedades cardíacas que los que no lo hacían, debido a los bajos niveles de estrés físico y mental. Las acciones altruistas también mantienen a las personas socialmente integradas en sus comunidades, lo que puede ser estupendo para contrarrestar la soledad que sienten las personas mayores o las que viven solas.
Cuando una persona realiza actos de bondad y empieza a ver los beneficios reales para su propia salud, otros no tardan en seguirla, en lo que la Dra. Kelli Harding, del Centro Médico Irvine de la Universidad de Columbia, ha denominado "efecto dominó". La teoría sugiere que los beneficios aumentan exponencialmente cuando grandes grupos "trabajan para ser más compasivos con los demás", inspirándose mutuamente en el voluntariado y cosechando las recompensas.
Cuando realizamos un acto de amabilidad, nos detenemos activamente a pensar en el efecto positivo que nuestras acciones están teniendo en los demás, y eso desencadena una liberación de la hormona oxitocina.
La oxitocina es la responsable de desarrollar nuestra sensación de confianza e intimidad con otras personas. También actúa como amortiguador del estrés, y ayuda a disminuir nuestros niveles de cortisol. Hay una razón por la que nos sentimos más felices y tranquilos después de hacer un regalo a alguien, por ejemplo: la liberación de la hormona refuerza nuestro vínculo con la otra persona, y nuestros niveles de estrés responden disminuyendo.
Dejando a un lado la ciencia, no hace falta mucho tiempo para aprender que ayudar a los demás nos hace sentir mejor. El sentido de propósito e identidad que nos da va de la mano de sus beneficios físicos. Cuando somos más amables con los demás, todos ganamos.
Fuentes
Wilson, J., y Musick, M. (1999). El efecto del voluntariado para los voluntarios. Law Contemp. Probl. 62, 141-168.
Gil-Lacruz, M., y Saz-Gil, M. (2019). Beneficios del voluntariado de personas mayores en el bienestar: Una Comparación Internacional. Frontiers in Psychology (10) DOI:10.3389/fpsyg.2019.02647