Los aloes son una maravilla conocida entre las suculentas. En el interior de sus hojas hay un gel que se ha utilizado en tratamientos y medicinas durante milenios. Esta savia tiene alrededor de un 95% de agua, y el 5% restante contiene enzimas saludables difíciles de encontrar en otros lugares. Los antiguos egipcios lo llamaban la "sangre" de la planta, y aunque no se bañaba en leche, se dice que Cleopatra utilizaba el gel de aloe en su régimen de cuidado de la piel. Supuestamente, Aristóteles convenció a Alejandro Magno para que conquistara la isla de Socotra (ahora parte de Yemen) por su gran población de Aloes. El célebre militar trajo consigo grandes cantidades de este género vegetal y lo utilizó para curar las heridas de su ejército, una sorprendente iniciativa hippie.
Los grabados en piedra, encontrados en la ciudad iraquí de Nippur, describen la recolección de la piel del Aloe y su uso como tratamiento para los trastornos digestivos. Estas tallas se remontan al año 2.200 antes de Cristo. La enfermedad, para estos artesanos, era el resultado de algo demoníaco: como los aloes se consideraban divinos, se administraban para todo tipo de afecciones (algunos son venenosos cuando se ingieren, así que no lo intentes en casa sin una investigación previa).
Pero incluso cuando avanzamos hacia una forma de entender su organismo que se asemeja al nuestro, los aloes siguen siendo reconocidos por sus inmensas propiedades curativas. Hipócrates, el padre de la medicina moderna, incorpora el gel de aloe en numerosas ocasiones en su "Canon de las Medicinas", una enciclopedia temprana de tratamientos y remedios farmacológicos. El aloe aparece como tratamiento para quemaduras, heridas, infecciones y picaduras de insectos.
El Aloe Arborescens desempeñó un papel fundamental tras los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki, uno de los acontecimientos más devastadores de la historia de la humanidad. Con los suministros médicos de las ciudades agotados y los supervivientes sufriendo violentas quemaduras por la radiación, la savia del arborescens proporcionó un alivio vital e inmediato del dolor.
Hoy en día, los aloes se utilizan para calmar y curar la piel después de las quemaduras solares, para prevenir el acné, como bálsamo de afeitado no irritante y para añadir humectación a la piel. Vuelve pronto para saber cómo recolectar el gel para todo lo anterior.